Ni las bombas guiadas de Israel ni la resolución de la Agencia Internacional de la Energía Atómica han frenado la ambición nuclear iraní. Apenas 24 horas después del ataque aéreo contra Natanz, Teherán anunció la activación de un tercer centro de enriquecimiento de uranio, soterrado “a prueba de penetradores” y fuera del alcance de las inspecciones.
El pulso con la ONU
La Junta de Gobernadores del OIEA aprobó el jueves su primera resolución de censura a Irán en dos décadas, acusándolo de ocultar trazas de material fisible y negar acceso a inspectores. Lejos de recular, el gobierno de Masud Pezeshkian replicó con la construcción de una instalación “más segura y más profunda”.
Washington evacúa personal diplomático
Fuentes del Departamento de Estado confirmaron la retirada “temporal” de equipos no esenciales en Irak y Bahréin ante la posibilidad de ataques de milicias pro-iraníes, una decisión que subraya la escalada regional tras la Operación “Rising Lion” israelí.
La lectura estratégica
Expertos consultados por France 24 destacan que Irán se siente legitimado a acelerar su programa tras el precedente iraquí de 1981: si la disuasión convencional falla, la única garantía es la bomba. Israel, por su parte, ha advertido que repetirá golpes “preventivos” si detecta actividad en Fordow o en la nueva planta.
Consecuencias para Occidente
El Brent subió un 7 % y los mercados descuentan interrupciones en el Estrecho de Ormuz si Teherán opta por bloquear el tráfico petrolero. Para España, la crisis llega cuando la inflación energética se había moderado: cada dólar extra encarece la factura anual de importaciones en 750 millones.
La pasividad europea y la obsesión por el apaciguamiento han alimentado un Irán más osado que nunca. Israel demuestra que la firmeza funciona; las cancillerías de Bruselas, que la tibieza sólo compra tiempo al adversario. El tablero de 2025 se asemeja cada vez más al de 1938: rendirse hoy equivale a pagar un precio mayor mañana.